sábado, 6 de julio de 2013

De duelo

Duelar es darse espacio a sentirse triste, atravesándolo y permitiendo recordar lo vivido, lo que nos regaló la persona o situación que se duela.

Duelar duele. Es matar la ilusión, es desencantarse con el sabor que tiene la realidad, al menos por un tiempo, y distinguir en qué lugar de esa línea de tiempo nos sentimos.

Saber hacer un duelo no es algo que se consigue fácilmente, porque normalmente se tiende a escapar a la idea de sentirse mal por un espacio temporal, o abatido, porque ¿a quién le gusta eso?
Entonces algunos en lugar de atravesar el duelo eligen obviarlo pero, si realmente fue simbólicamente relevante lo que murió, nos aquejará la sensación, porque duelar no es algo que se elija, sino que se aparece, esa sensación de desgano, de vulnerabilidad, de abatimiento, de congoja, de mierda, como quien dice. No por nada a la muerte se la llama Parca; la sensación tras estar cerca de algo que fallece, que se desintegra, es de una parquedad pasmosa.


Duelar es conflictuarse con que esa pérdida no estará más. Chau, se fue, y tenemos que imaginar o proyectar un porvenir distinto sin ese estandarte que sostenía, o estaba, y caemos en su importancia al dejar de tenerlo.

Un duelo vivido, sentido, animado a corporizarse, nos permite liberar esa energía estanca que se percibe al refrescar la idea de que no volverá a estar, de que esa linda sensación de compañía desapareció; y tras salir del oscuro túnel se puede avizorar un futuro y buscar concretarlo. Abocarse a que cuando nos duelen nos recuerden con una sonrisa.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...