lunes, 14 de enero de 2013

Rindo culto

Rindo culto a la gente que te hace sentir cómodo. Rindo culto al alcohol, a lo que sea que agrupe, a las sustancias que te generan alguna alteración de conciencia, y a quien sabe darle un uso a ese momento sin que implique descontrol, sino un acelere que te lleve a articular pensamiento genuino. Rindo culto a quien no cree que el culto, el instruido, el pleno conocedor de información es sagrado, y le da paso al agrado de aprender y creerse inculto para dar espacio a lo que se suma y abunda, el que hace links e interconexión de cosas no sabidas, y aprendidas, y asimila lo que llega en el viento.
Aliento al que quiera rendir culto a la travesía de existir sin pelos en la lengua, y no amengua en su inalterable capacidad de percibir lo que ningún otro ojo puede ver, y lo transmite, y se hace eco, de lo que otro le provoca, y evoca a lo que su trayecto de cultura le aportó sin que eso implique distancia, sino la plena alternancia entre lo que lo condicionó y lo que le da bagaje para dar curso.
Al rendido, lo conmino a hacerse presente, y al culto lo indulto, lo hago ser partícipe, y que deje todo lo que tiene para que la comodidad abunde y no se haga trizas, que se permita envolver su intelecto en cenizas, y de allí aflore con creatividad mediante, lo que tenga para sacar. Al adulto, le rindo culto siempre que pueda soltar un insulto, en caso de ser necesario, sino la distancia de la impostura le gana al sinrazón. Perdón, me gusta rendir culto a lo incesante, y sin desplantes te digo, rendile culto a un amigo, que te refleje lo necesario para sacar lo que sos.
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