miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sentencia condicional

De chico recuerdo haber aprendido hasta el cansancio las “conditional sentences” en inglés, que según su construcción semántica determinaban qué pasaba si… La estructura era –y es- si tal cosa, entonces tal otra.
Por situaciones de vida que me toca vivir siento que ese modo condicional de pensar limita y define acotadamente el proceder venidero.
¿Por qué habría de actuar uno desde esa sentencia preimpuesta de que si se hiciera o hicieses esto, debería pasar esto otro? ¿No es muy mesquino pretender saber de antemano –o presuponer- lo que ocurrirá producto de la osadía de tomar una decisión?

Y luego, el condicionamiento social es el que opera desde los recónditos intersticios subliminales para transmitir la carga mayor. Como que algo decidido entre el amor posible de seres comunicados entre sí se hace cuestionamiento o duda al ser trasladado a la esfera de lo social, a los vínculos afectivos que circundan el área de contención consolidada por cada cual.
En serio, háganse el planteo de revisar qué opinión reciben al contar una decisión trascendente tomada en sus vidas a los amigos, familiares, y otros seres con quien les toca compartir sus días, muchas veces más por obligación que por empatía, y extraigan sus propias conclusiones (y cuéntenlas!).

El condicionamiento social aún es grande y tratar ser un nuevo hombre –en la concepción de Osho desde el ser que vive el presente y no acepta condicionantes para su proceder- es de una dificultad grande cuando se da paso a los miedos y dudas que habitan a muchos.
Hay que ser receptivos de opinión pero lograr cierta impermeabilidad a las críticas, comprendiendo que todos hablan desde sí, de la experiencia vivida, y que nos encontraremos con mucha gente, en su mayoría mayor que uno, con frustraciones a cuestas que nos intentará imponer la mochila que a ellos les pesó. El collar de melones que se lo quieren depositar en el cuello a cuanto ser se encuentren cerca.

“Noo… pero fijate que si hacés eso va a pasar esto otro”. ¿Si? ¿Quién te dijo? Sólo tu experiencia habla por sí sola. Y no se debería aconsejar desde otro lugar que no sea poniéndose en los zapatos del otro, en lo posible, ya que pedir que sea sin juicio para muchos parece ser una tarea titánica.

Las sentencias suelen condicionar, y elijo vivir fervientemente el presente para seguir enamorado del momento. No muchos lo entienden. Y voy comprendiendo hasta dónde saber escuchar sin por eso afectar las decisiones puras, las que salen mejor escuchando al corazón, el único motor conductor de la obra personal, la vida.
Al fin de cuentas, la vida es obra, y el que no se anime se regodeará en sus limitaciones. Por acá decidimos expandirlas, no acotar y apostar al amor.
Y por casa, ¿cómo andamos?

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