domingo, 29 de noviembre de 2009

Sí, pero... (carta para el que no se deja ver)


Yo sé lo que se debe, pero no por eso soy consecuente con lo que acciona dentro mío.
El acto es llevar a la práctica lo que se nos desborda. Y yo puedo contener dentro una gran verdad, pero sólo llevándolo a los hechos puedo dársela a conocer al mundo.
Quizás no es lo que querés. Y quedará dentro tuyo todo lo que tenés para COMPARTIR.
Pero yo elijo motivarte a que lo saques. Porque es el modo en que decidí construir vínculo con vos. Y respeto tu decisión, pero no siento que sea correspondido.

¿Por qué? Porque no das el brazo a torcer. Una cosa es la decisión interna para llevar a cabo algo. Otra bien distinta es la fijación en la que se entra, según la interpretación casual de quien tenés enfrente -casual, del momento, por antojo-, si el otro se siente afectado. Deberías considerarlo, por el sólo hecho de ser alguien a quien estimás y de quien considerás lo que dice.
Siempre a la espera de tu comentario.
Con atenciones especiales, particulares.
Una despedida, pero no tanto.
Sí, pero... vos y tus peros.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Más (+) bien


El amor es algo que llega, no por casualidad, sino por causalidad. Las explicaciones en palabras no dan mucho sentido a las cosas, más bien es un sentir interno que guía nuestro accionar.
A medida que relajo las intenciones más me doy cuenta que la vida entera es una sucesión de hechos que no podemos controlar, más bien hay que estar despierto para darle paso a lo que se nos regala. Con la atención fija en el devenir. Sabiendo que no somos los principales determinantes, tan sólo moldeamos el esqueleto y dejamos que suceda.

Trataré de ser más claro al buscar respuestas a todo esto.
Perseguiré el destino, sin pretender ser más que lo que sé que se puede hacer. Dejaré que suceda sin las trabas limitantes del temor, con la conciencia puesta en la apuesta al amor. Porque es una apuesta, una confianza puesta en la certeza de que es el único modo de atravesarlo. ¿Quién soy yo para creerme el que lo hace? Y para brindarse hay que tener clara la razón, de querer vivir tranquilo, sin pretender asustarse por las cosas que ya puedo ver desde el DÍA de HOY.

La desconfianza nunca es la mejor consejera. Se llega a ella al fomentar la invasión de pensamientos en exceso, los que desencadenan la inevitable paranoia absurda. Es preferible recaer en la certeza de que brindándose a pleno los hechos se presentarán como "deberían" y sólo nos queda DISFRUTARLO.
La inspiración no llega cuando se decide. Más bien cuando se la deja libre, se le da aire para soltar y tomar vuelo.

Estar solo es querer afirmar el logro personal sin transmitírselo a nadie más que a nuestra realidad.
El frío da en mi cara. Más que el frío, la brisa fresca.
La sensación de que al no abrir frentes se me cierran las posibilidades de conocer al otro es impostergable.

Puedo conmigo mismo, y eso me hace distinguir el alerta de lo insalubre ajeno para no involucrarme al toque.
También sé que cada vez le pongo menos énfasis a mis observaciones, porque sé que están alteradas por mi propia carga emocional del momento, o lo que ande laburando o queriendo cambiar. Yo, yohathan, yon bonyobi.

Soy altamente subjetivo e influenciable para cualquiera de las oportunidades que se abran a mi paso. Elijo aleatoriamente, de acuerdo a lo que crea conveniente del caso, y eso me hace un ser sumamente contradictorio y dispar. Yo ya convivo con eso, y me relaciono en detalle con quienes pueden tolerar eso de mí. Apenas un continuo selector de caminos, sin saber si el indicado es el correcto, ni si el elegido me llevará a buen puerto.

Debo aprender que no es el pensamiento en la chica específica el que debe guiarme, sino la idea y cercanía con el amor que puedo experimentar, el contacto sincero y generoso que me atrevo a vivir y la apertura para recibir la opinión ajena. En ese tren estoy.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

La mole blanca (diario de viaje II)



29-01-08 9.15 hs., El Calafate

Levantado temprano para ir a ver el Glaciar Perito Moreno nomás. Está nublado así que no desarmo la carpa ni en pedo. Pensaba ir al lago, pero estoy bien acá. Aparte, el atractivo es el Glaciar, la estrella, y llegué a soñar con él. Fue raro el sueño porque lo pisaba y era como goma espuma, pero el hecho es que lo tengo entre ceja y ceja.

Todo resuelto, en 15 salgo en búsqueda de la combi. Hoy es la más barata de las excursiones que consiga, para poder recorrerlo a gusto. Se termina de cargar la cámara y sale el fotógrafo para esos lares.

10 hs. Ya arriba de la combi. Cómo se facilitan las averiguaciones siendo argentino. Me fui a la avenida y compré un café con leche con dos medialunas. Sale como una cena chica, 11 pesos. Lo tomé recién, mientras esperaba que arranque.
¡Y ya partimos al Glaciar! Veré allí qué se puede contratar. Antes pasaremos por el Lago Roca, a ver si vale la pena ir a acampar. Todo tiene valor acá, no soy yo, te lo dejan muy claro con las excursiones. Yo me adapto en la medida de mis posibilidades, y deseos.

13.30 hs. Se acaba de ir el catamarán. Este monumento es imponente, y por ende desprende pensamientos monumentales, grandilocuentes, onerosos.
Es una mole de hielos de distintos colores, que dejan fascinado a cuanta persona se acerque. Y son muchos, de todo el mundo vienen a verlo.
Y ahí se desprende el negocio, la cantidad de micros de todos los tamaños y precios que te traen y acercan a las pasarelas, y las ofertas de excursiones que te llevan a una cara y a la otra están bien planeadas y en planes de ampliación. Están construyendo un restaurant, en nombre del Estado, y lugar al que se va, se ven las maquinarias y los obreros trabajando. Está activado el país, mis ojos lo constatan, más allá de la ideología política.

Y ahora espero para la próxima partida. Lo haré. Me acercaré lo máximo que pueda a la mole blanca.
Y lo contaré. Viviré para contar. En mi creencia de que todo puede ser transmitido con el entusiasmo reinante.

Glaciar Perito Moreno. Espero la hora de zarpar.
Me siento en unos banquitos justo antes del puerto. Sobre la mesa hay un cascote de hielo. Tengo necesidad de tocarlo, los sentidos...

Estuve hablando con un lugareño, remisero, que defendía las obras y los precios de los barcos y los productos, argumentando que en la provincia no hay industrias y tienen que traer todo desde lejos. La construcción funciona acá, y el turismo.
El mito de la oveja patagónica contó, y es real que en el trayecto no vi más que dos o tres. La vaca es de las pampas, y el caballo el paisaje del Sur. Cuanto más abajo, más se ven.
En 20 minutos estaré pensando sólo en lo natural. La brillantez del hielo me recorrerá las venas. Me voy a dejar impregnar por la sensación. Al menos eso quiero.

S E N T I D O

19.30 hs. La escritura es un refugio para los desprotegidos, un cobijo al alma, al corazón, al saber hacer cosas. Actuar.
Día de interacciones super concentrado. Todo es un proceso evolutivo, soltar para dejar que se suceda.
¿El Glaciar me dio una visión distinta o soy yo que en el proceso evolutivo me dejo ver más cosas? Con calma se puede ver más realidad. Aguas quietas, corazón contento. Y también al haber hablado, a mi modo con la gente que quise. A elección
Primero fue la pareja que viene recorriendo el país en el camión del hombre. Unos jubilados que comían en las mesitas del puerto mientras escribía SENTIDO. La excusa, que el tipo le puso hielo del lago a su vinito Colón. Saber leer los mensajes. Interpretar a las personas, sin que eso implique sacar provecho. Todos están abiertos a conocer y darse a conocer si se les da cabida. Yo soy sólo un receptáculo. Permeable. Tan buena onda pegué con los viejos, de Santa Fé eran, que se embaló la mujer y se vinieron al barco conmigo. Y me convidó de su comida y vino, a pesar de mi negación.


Vino la navegación. Impresionante. La belleza natural ante todo. Y uno, una cosa minúscula en esa inmensidad.
De gente. De extranjeros queriendo ver. De plata que circula. Y a seguir conociendo personas del palo de uno. Que te den más data para seguir proyectando. Que te aporten como seres que son. Sin negar las raíces.
Puedo estar donde quiero, y lo más interesante, cuando quiera.

Yo no me voy a perder la oportunidad de conocer lo que debo en el momento en que toque ser.

Vivir es simple. Uno la complica. Si se deja actuar a los hechos nada sale bien o mal, sale.
La inocencia es una virtud infantil para el común de la gente, mientras que es una de las formas más claras con las que se puede mirar las cosas, los hechos. Como si fuera la primera vez.
Un monumento como el Glaciar Perito Moreno me hace sentir cristalinamente el sentido de ir creciendo. No para ser un grandulón pelotudo (y quejoso), sino para sentirme feliz de lo que llevo adelante cada día. Un día, algo hecho, nada más. Sentirse REALIZADO. No hay mucha más vuelta. Te hace respirar con ganas, no caer en la falsa tentación.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Displacencia

Displacente, dispuesto a descubrir la eventualidad del caso.

Qué me importa si importa, ¿o debería preocuparme por ocupar espacios sin llenar?

Nada más claro que lo que pretende ocultarse. Ahora habrá que saber navegar.

Los mares complejos de entender lo ya razonado, de asimilar la derrota, siempre victoria si la condena no es otra que la satisfacción.

De tener lo que se ofrece, de querer lo que se desvanece, y ocupar un litigio sin ninguna distinción.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Las apariencias engañan, o primera necesidad

No hay que buscar quedar bien, eso es creer que hay algo que aparentar. Si uno deja de preocuparse tanto por cómo actuar o desenvolverse ante gente, cómo mostrarse, y se ocupa más de lo que nos está mostrando y dando a entender el otro, es más probable que saquemos a relucir lo grato y bello que llevamos dentro, lo que gusta.

Estar centrado en uno, en lo que nos pasa, es valedero siempre que no nos tape el bosque, ese que está constituido por personas con intención de comunicarse con nosotros. Debemos darle entrada y calce a lo que el afuera, el otro significativo, incluso un animal o una planta, nos está queriendo transmitir.

Darle paso es nuestro compromiso de sinceridad con el mundo que nos hace felices, nuestra responsabilidad asumida con quien pretenda nuestra ayuda, colaboración, o incluso quien quiera tendernos una mano.
Suena puritano, cuasi religioso, pero me refiero a las ganas que todos tenemos de tener un sentimiento recíproco, sano, que nos aporte, con quien interactuemos. Vamos a concretarlo, pues.


Si a la larga lo que hacemos es depositar en el otro lo que nos queremos descubrir, reconocer en nosotros, resonar en espejo que le dicen, mejor es saber escuchar. Y aceptar que actuaremos así, porque es ineludible.

Sólo es cuestión de encontrar a los otros con los cuales compartir en sintonía la necesidad que nos aqueja o nos posee al instante.
Quiero decir, si lo que estamos buscando es un efecto, algo que nos movilice, seamos consecuentes con el afecto entonces, brindemonos como corresponde.



No vale ni cuenta mucho quejarse por lo que nos tocó o rodea si no hacemos el esfuerzo necesario para superar la traba limitante. En esos casos, nos limitaremos a aparentar, a dar a entender algo que aún no tenemos cocinado internamente y que, por ende, saldrá trunco.

Mismo con los que reclaman por más seguridad, entiendan que algo hay que hacer, activamente, incluso perder, relegar, para que todos podamos vivir contentos y no haya necesidades extremas que lleven a hacer los destrozos o crímenes que se cometen. Son gente que manifiesta su ira o frustración de ese modo. Si no empezamos a tender manos estamos en el horno.

Dar para recibir, loco, no te quejes sino.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

El sabor del encuentro


La celebración que provoca la unión de personas es algo que siempre me llamó particularmente la atención, desde chico. Me refiero a varias que confluyen en un punto en común, sólo con la finalidad de festejar, celebrarse, brindar por quién sabe qué motivo. También la que generan dos cuerpos deseosos, pero no es de lo que me quiero ocupar en este caso. Acaso, ¿no es hermoso ver a una pareja en la calle en pleno cachondeo? ¿O meterse en las caras al momento preciso de estar uniendo sus bocas? Esa sería la unidad de medida de esto a lo que quiero referirme.




El primer recuerdo que tengo de esta felicidad que me generaba ver a seres en interacción conjunta es de cuando tenía 8 o 10 años. Los fines de semana mis padres eligieron que fuéramos a un country, de gente en su mayoría de la colectividad judía –que, digámoslo, en esto de los festejos y celebraciones con todas las pompas entienden mucho- y los sábados a la noche era una fija el encuentro de los adultos en una casa, que iba rotando, y donde cada cual caía con algo. Una torta, vinos, comida –que también los judíos sacan ventaja en el rubro culinario-, la cuestión era generar esa bella sensación de Gran Banquete Gran. Todavía me resuenan las risotadas y ese momento de sobremesa donde cada cual estando ya pipón-pipón, y algunos entonados, se la pasaban contando anécdotas muy dicharacheramente.

Me acuerdo que los chicos comíamos en otra mesa, junto a la de nuestros padres, y después salíamos a correr y armar lío por ahí, sabiendo que ellos estaban pasándola de maravillas y que cuando el sueño nos invadiera podríamos volver, para descansar y arrancar temprano al día siguiente. Recuerdo el instante de dormirme plácidamente, normalmente en algún sillón, entre escuchando y entrando en ese mundo onírico, con las risas de fondo. O si habían pasado al living, ya para tomar el cafecito, con la cabeza en el regazo de papá o mamá y vibrando junto a las voces de ellos mientras no dejaban de charlar. Son cosas que no se borran.



El encuentro de varias almas con ganas de festejarse en un espacio, la idea de aportar entre todos a un gran banquete, un pozo común, a traer lo que les apetezca para, en conjunto, darle cabida, hacerle los honores, es de por sí tentadora.

La sensación de abundancia y colaboración conjunta, donde normalmente las mujeres se encargan de las ensaladas, el dueño de casa del asado, y los hombres que van cayendo al baile lo rodean y le hacen refill continuo del vaso de vino que lo acompaña junto a la parrilla. Placer, puro placer al servicio de la alegría en comunidad.

Todo eso, y el estar, de alguna manera, conformando –o pasando a integrar- una comunidad de gente que se comunica por esta vía virtual, y que a muchos –sino la mayoría- no los conocemos en persona y aún así nos intercambiamos comentarios sobre lo escrito por el otro, me hicieron confluir en una idea que pienso poner en práctica. Al menos hacer el intento, sacarla a la luz y ver qué sale. Es una convocatoria abierta a que nos juntemos, a celebrar, esta comunidad de blogueros expresivos que somos, a brindar sin motivos, o con varios, por la llegada del fin de año, por permitirnos este ida y vuelta incesante en formato de letras tipeadas, por abrir sin parar y llenarnos de emoción al ver que tenemos comments que responder, o lo que fuere.



Es por eso que abro el juego y la invitación a juntarnos el sábado 5 de diciembre, por la noche –en lugar a determinar, surgirá- todos los que quieran y se plieguen a esta idea. Y quedo a la espera de sus apoyos, nuevas propuestas, y sobre todo confirmación de asistencia, o lo que sea que tenga que surgir. Así, sin neurosis, lo lanzo al cyberespacio y veremos qué resuena.

Mi aporte es proponerlo y hacer este flyer de aquí abajo, para que lo puedan hacer circular en sus respectivos blogs. La condición de asistencia es tener un blog donde la expresión fluya. El resto, se irá viendo.
¿Quién da más?

sábado, 14 de noviembre de 2009

Alejandro Jodorowsky y un decálogo (que) de (o da) felicidad


¿Como podría definir en términos positivos la felicidad?

Ese concepto, abstracto hasta la médula, es imposible de ser descrito directamente. Para hacerlo tengo que dar un rodeo por su sombra. Vaya entonces la definición: "Felicidad es estar cada día menos angustiado".

Para lo cual puedo intentar dar algunos consejos sin ser tachado de iluso.


1. Cuando dudes de actuar, siempre entre "hacer" y "no hacer" escoge hacer. Si te equivocas tendrás al menos la experiencia.

2. Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no la son.

3. Realiza algún sueño infantil. Por ejemplo: si querías jugar y te hicieron adulto antes de tiempo, ahorra unos 500 euros y ve a jugarlos a un casino hasta que los pierdas. Si ganas, sigue jugando. Si sigues ganando, aunque sean millones, sigue hasta que los pierdas. No se trata de ganar sino de jugar sin finalidad.


4. No hay alivio mas grande que comenzar a ser lo que se es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos. No estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios. Si eres cantante y no abogado como tu padre, abandona la carrera de leyes y graba tu disco.

5. Hoy mismo deja de criticar tu cuerpo. Aceptalo tal cual es sin preocuparte de la mirada ajena. No te aman porque eres bella. Eres bella porque te aman.



6. Una vez por semana, enseña gratis a los otros lo poco o mucho que sabes. Lo que les das, te lo das. Lo que no les das, te lo quitas.

7. Busca todos los días en el diario una noticia positiva. Es difícil encontrarla. Pero, en medio de los acontecimientos nefastos, siempre, de manera casi imperceptible, hay una. Que se descubrió una nueva raza de pájaros; que los cometas transportan vida; que un nene cayo desde un quinto piso sin dañarse; que la hija de un presidente intento suicidarse en el océano y fue salvada por un obrero del cual se enamoro y se casaron; que los jóvenes poetas chilenos bombardearon con 300.000 poemas, desde un helicóptero, a La Moneda, donde fue eliminado allende, etc.

8. Si tus padres abusaron de ti cuando pequeño/a, confróntate calmadamente con ellos, en un lugar neutro que no sea su territorio, desarrollando cuatro aspectos: 'Esto es lo que me hicieron. Esto es lo que yo sentí. Esto es lo que por causa de aquello ahora sufro. Y esta es la reparación que pido'. El perdón sin reparación no sirve.

9. Aunque tengas una familia numerosa, otórgate un territorio personal donde nadie pueda entrar sin tu permiso.

10. Cesa de definirte: concedete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario.

Alejandro Jodorowsky

Sus Fábulas Pánicas son un hallazgo que vi una vez en el Malba, y acá reproduzco 3, como tentempié.






Para leer Enfermedad y actos poéticos jodorowskianos, click aquí.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Despojado


Vivir en situación de despojo, sin necesitar nada más que lo que se tiene a mano, es algo que suelo frecuentar, no sé si por dejadez o por deseo de experimentar la verdadera condición del ser humano, aquella que nos asemeja con los animales, que no piensan y andan en la búsqueda de lo inminente sin estar midiendo cuánto les falta o deja de faltar, ni lo material que los hace acreedores de distintas escalas sociales.

El despojo es saberse completo con lo que se tiene, es entender que se puede vivir bajo cualquier condición sin que eso implique una pérdida, y entender que lo demás es premio, lo que venga es gratificación que nos permite salir de esa sensación de no tener nada. Acaso, tener o conseguir lo que andamos queriendo, ¿nos asegura algo? Sin embargo, es como el común de la gente opta vivir, con una zanahoria delante, creyendo que cuando consiga o conquiste lo ambicionado, algo cambiará. No será así si se trata sólo de un modo de vida, donde el materialismo prima, y los objetivos, las metas y los resultados guían nuestro accionar.

Experimentar la sensación de despojo, de tener sólo lo imprescindible, o ni siquiera, y arremeter en la búsqueda de ello, bajo cualquier circunstancia, es saberse satisfecho con lo que hay, es querer lo que se presente con cara y actitud de asombro y dándole siempre la bienvenida. Llegó para sacarnos de ese letargo en el que aceptamos sumergirnos al darle paso al despojo en nuestro cuerpo.
Luego, saberse dispuesto a ir por más no es una obligación, sino una iniciativa nacida del deseo profundo.


Aceptar vivir despojadamente es asumir que la muerte está, siempre rondando, pero no por eso temerle es la solución, más bien es lo paralizante, y para eso ya están las estatuas. Uno pretende ir por más en la propia vida, hasta que se apague. ¿Será mañana o en varios días? Poco importa al accionar desde una actitud de despojo, sin sobreinterés por lo que vendrá, apenas a la espera, porque algo tocará ser, y alcanza con estar poco aferrado a las cosas para zambullirse a conseguirlo, si nada es tan importante como para dejarnos atados, y todo es relevante al dejar de tener.

No poseo, no domino, a gatas si expreso mi intención, y es desde allí que nos relacionamos, sin pretensión, con voluntad de ayudarnos a salir del aplacamiento al que nos somete la misma idea de vivir sin conquistas, con la mirada atenta a lo que se hace eco, y a continuar construyendo lo que se regala. Porque el despojado no quiere lo que se le muestra queriendo convencerlo de que es lo mejor, pretende lo que es necesario para seguir dando pasos certeros, precisos, no inequívocos porque tal cosa no existe, tan sólo lo mínimo e imprescindible para que la vida siga sacando su sentido a flote, y no se hunda en la desvirtualización del sobreestímulo.


martes, 10 de noviembre de 2009

¿Qué te pasa Buenos Aires?

Amanece en Buenos Aires, y todos salen a la calle a hacer algo, a poner el día en marcha.
Hoy, elijo salir a ver a esas personas a la cara. ¿Qué le pasa al capitalino que sale guiado por sus obligaciones a mansalva a conquistar quién sabe qué?

Una mujer se arregla la pintura mirándose en un espejito mientras camina, apurada. ¿Llegará? Un muchacho carga cajas en un carrito, mercadería, intercambio, crucial para que la maquinaria siga en su vértigo productivo.
Caras largas, alguna devuelve la mirada, muchos caminan enajenados, con la urgencia de no saber a dónde van. Al adentrarme en el centro, los bocinazos y los enojos con lo primero que se cruza en su horizonte se multiplican. ¿Sabrán que el uno contra otros es una mentira social? ¿Irán en búsqueda de sus metas o se los ve con caras dormidas por falta de?

Sigo, la bicicleta no para, anda sola. Me adentro en Recoleta. Mujeres paquetas sin tanto apuro toman sus desayunos en bares con grandes ventanales, y parece que están en exposición, a la venta.

Se abre la persiana de un local. Una mujer rezonga porque está cortada una calle. “Nos tienen de rehenes”, esboza. Así se sentirá.
Otra se ve observada y empieza a contornear su figura más pronunciadamente. Una con la atención puesta en lo que pasa ahora, al menos. La celebro, asintiendo con mi cabeza. Devuelve gentilezas. Y sigue pavoneando el pavo. Todo sigue en la ciudad que todo lo concentra y se fagocita.


Una imagen repetida, hombres y mujeres mirando fijo sus aparatitos celulares, intercambiando comunicación primaria, básica, seguramente arreglando encuentros, diciéndose algo que quedó en el tintero con algún ser querido. Así, pasajero, rápido, como van por las veredas.

“¡Cuidado! ¿No ves que está en rojo?”, grita un taxista desaforado a un pibe que osó bajar el cordón cuando el transportista público quería pasar. Ojo con interponerse en el camino del que cree tener destino sólo porque le tiraron un par de coordenadas.


Hago los trámites necesarios y sigo viaje. La inercia me lleva a un lugar donde pueda sentir paz. Un rato. Agarro Corrientes y bajo hasta adentrarme en Puerto Madero. Allí hay muchos oficinistas en las puertas de los mega edificios, despuntando el vicio, quemando horas con el pucho y la charla a mano.
Los turistas bajan de los remises con sus valijas pesadas y se introducen en hoteles lujosos. Estudiantes en la puerta de sus universidades se paran, se sientan en el cordón y repasan lo que tendrán que rendir en breve.


Y voy llegando a mi oasis personal. Costanera, e ingreso a la Reserva ecológica. “Hoy sin bicicletas”, reza un cartel. “¿Qué días se puede?”, le pregunto a un oficial, que estaba relajado hasta que lo irrumpí con la consulta. “Días de lluvia y fin de semana no se puede”, responde, y agrega: “O cuando está embarrado, como hoy”.
Decido no bajarme de mis intenciones. Le dejo la bici junto a su garita, sin candado, y resuelvo entrar.

Pocas personas, cada tanto una parejita corriendo, un señor mayor camina y respira hondo.
El mayor ruido lo hacen los pájaros, y el verde se impone en el paisaje. Muy de fondo, se ven los bodoques de cemento espejados que sobresalen.
Sale el sol, y yo me tiro a reposar. Y escribir esto. Porque hay un momento en que hay que frenar y ponerse a hacerlo para que quede plasmado.


Y hoy elijo no ir tan rápido sin una dirección precisa. Si en verdad no se precisa más que eso. El resto es lo que en sociedad se encargan de transmitirnos que prevalece, pero miráles las caras a tus compañeros de viaje a la mañana y algo nuevo se puede descubrir ¿Hace falta decir más? Las conclusiones siempre son personales y me aburren los cuentos con moraleja contada. La libre interpretación es la que deja al ciudadano buenosairense hacer lo que crea necesario. ¿Vivir mejor será un objetivo común? A veces, me invaden las dudas. Se hace lo que se puede, y quiere. ¿Quién quiere?



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